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Resulta difícil hablar propiamente de una industria cinematográfica española, debido a que, al contrario que otros países, España no ha tenido un verdadero tejido industrial cinematográfico a lo largo de su historia, salvando algunos períodos concretos, en los que la presencia de los Estudios de cine (años 1932-36; 1945-55) garantizaban cierta profesionalidad1 . Si ya el cine comercial encontraba dificultades para su explotación, más trabas tuvieron que superar y, continúan haciéndolo en la actualidad, producciones de bajo presupuesto con cierta apuesta personal, películas denominadas “independientes”, que se realizan al margen del panorama comercial e industrial imperante. Sumarle a ello, la crisis económica en la que está sumida el país desde el año 2008 ha llevado a muchos autores a buscar nuevas formas de financiación, una de ellas, por medio de mecenas, lo que se conoce como crowdfunding, una práctica cada vez más extendida, en la que se ahondará en profundidad en esta investigación, al igual que en otros nuevos modos de producción, distribución y exhibición que apuestan por soluciones concretas que ayuden al desarrollo de proyectos cinematográficos low cost. La utilización de estas nuevas vías de financiación está cambiando el panorama de la industria cultural y aún están por estudiar sus efectos a corto y largo plazo. El hallazgo de un nuevo compromiso con el público, que en modelos como el crowdfunding, se convierte en parte inversora del proyecto, revoluciona la figura tradicional del espectador con rol pasivo y alimenta nuevas y futuras relaciones económicas que dibujan un camino optimista para la industria cultural en general, y para los proyectos cinematográficos, en particular. |
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